La palabra Ostracismo, Οστρακισμός, proviene de Οστρακόν que era parte de la base de un tipo de jarrón de terracota, y en ella los votantes escribían el nombre del ciudadano que debía de ser llevado a votación por Ostracismo, de ahí su nombre.

El ostracismo se había instituido en la antigua Atenas como un medio para proteger la democracia. Los atenienses habían vivido en carne propia los abusos que significaban vivir bajo un sistema de tiranía. Por eso los ciudadanos ateniense que formaban partes de la Asamblea del Pueblo (Εκλησία, traducido al español: iglesia), eran llamados a participar, una vez al año para decidir por medio del voto, si un ciudadano ateniense, con ciertas cualidades de líder, demagogo o populista y que a través de su elocuencia podría poner en peligro la democracia y la libertad de las personas, se le aplicará la ley del ostracismo. Eso significaba que era desterrado de la ciudad, lo que se conocía como ostracismo. En otras palabras, los antiguos atenienses, y basados en la experiencia de ser gobernados por tiranos, temían que una persona políticamente influyente pudiera establecer la tiranía. Primero en ser condenado por ostracismo fue el político HIparco.

Aristóteles en su obra “Estado ateniense, capítulo 22” afirma que la ley sobre el Ostracismo fue aprobada por Clítenes (570-508 a. C.), el fundador de la democracia ateniense. La Asamblea del Pueblo, compuesta por ciudadanos atenienses mayores de 20 años y que hubieran cumplido con su servicio militar, votaban a favor o en contra de un destierro para una persona hasta un periodo de diez años, en los cuales se les confiscaban todos sus bienes y derecho civiles hasta el término de su destierro. La historia cuenta que fueron más de 5.000 hombres desterrados durante el periodo que duró el Ostracismo. Otras ciudades de Grecia, como Mileto, Megara y Argos, también aplicaron el Ostracismo

En la antigua Atenas, fueron varios los castigados con el Ostracismo, Megacles, Xanthippos (padre de Pericles), Themistocles, Kimon, Aristides el justo, etc. De hecho, el siguiente incidente también se menciona para este último:

Un ciudadano ateniense analfabeto se dirigió accidentalmente a un ciudadano para escribir el nombre de Arístides en el óstrakon que sostenía. Este tipo era el propio Arístides, quien le preguntó: ¿Qué daño te hizo Arístides y él respondió: ningún daño, pero estoy cansado de escuchar que le llame el justo. Arístides no respondió nada, pero escribió su nombre en el caparazón y se lo devolvió.

En la antigua Atenas, se cuidó la democracia de una manera ejemplar, no hubo excepción de nadie. Generales y grandes estrategas que brindaron opulentas victorias a favor de Atenas, y que los convertía en grandes líderes para la ciudad; pero a la vez se les veía como posibles caudillos que podían poner en peligro la democracia, fue la suerte que corrieron entre otros, Miltiades, el arquitecto de la victoria del maratón (490 a. C.), Pausanias, el ganador de la batalla de Platea (479 a. C.), Temistocles, el vencedor de la batalla de Salamina (480 a. C.), y el historiador Tucídides.

Pero la institución del Ostracismo, no se practicó más allá de cien años, fue decayendo su práctica hasta que finalmente fue abolida. El último en ser desterrado fue el político y demagogo Overvolos (417 a. C.). Sus oponentes, Alcibíades y Nicea, jugaron un papel importante en su destierro. Es decir, la práctica del Ostracismo fue explotada, maltratada y utilizada como una forma de revanchismo para neutralizar a los opositores políticos, alejándose de su principal concepción, el cuidado de la democracia.