Si el arte es la expresión característica de una sociedad, entonces, siguiendo la historia del arte griego antiguo, debemos decir que el atletismo fue para la Grecia antigua un arte convertido en su segunda religión.

Por muy retórica que pueda parecer en la actualidad esos juicios, que parecen tener una gran dosis de exageración, el examen objetivo de este arte viene a confirmar la verdad y la exactitud de los mismos. En ningún otro arte del mundo antiguo o del moderno, el deporte ha ocupado el lugar que le dio el arte de la Grecia Antigua.

Un elemento vital y único del arte griego, especialmente de la escultura, es la desnudez. Desde la época arcaica temprana, el tema básico de la escultura griega es el joven desnudó, el Kuros, una figura que representa del mismo modo a los dioses y a los hombre. Esta desnudez no se atribuye, por supuesto a la realidad cotidiana, pero ni siquiera constituye una forma ideal, abstracta, de la existencia humana. Es una imagen real de un hombre joven cuando ejercita el cuerpo desnudo.

Atletismo y desnudez

Atletismo y desnudez era, en la Grecia antigua, concepto indisolublemente unidos al arte del entrenamiento de los jóvenes en los gimnasios.; y el mismo ejercicio se llama gimnasia, conceptos todos ellos que proceden de la raíz de desnudo. Así el arte griego no sólo representa a los atletas, sino también a los dioses y a los héroes desnudos y les da forma de jóvenes atletas, en el momento de su  vigor y de su belleza juvenil.

Esta imagen ideal del hombre, cómo se plasmó en los talleres griegos y se entregó a la admiración de los siglos, no es una visión de sus creadores, sino la forma artística del joven desnudo, que se entrena y se ejercita  totalmente desnudo, para darle al cuerpo la mayor perfección posible. Para los artistas griegos este espectáculo y la posibilidad de estudio era una oferta permanente en los lugares en los que hacían ejercicios los jóvenes.

El gran historiador del arte griego Ernest Buschor tiene mucha razón cuando sobre esto escribe:

“Quizás se podría decir con cierta exageración: durante un determinado período de tiempo el arte griego solamente representa a atletas. Sería suficiente comparar el pequeño Apolo de bronce, de Dinágoras, del Museo de Berlín, con la estatua un poco más reciente de atleta del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, para comprobar que el dios podría estar listo para la misma prueba, pues en su mano derecha tiene el vaso característico de los atletas”

Atletismo en el arte griego

Para ver más clara la importancia del atletismo en el arte griego y la estrecha relación entre ambos, debemos añadir que, en toda la época arcaica y hasta finales del siglo V a. C., solamente los vencedores tenían el derecho de levantar su estatua en algún santuario o en su ciudad. Pocas estatuas de otros mortales  y sólo en casos totalmente excepcionales se erigieron en esa época.

Todo esto significa que si quisiéramos seguir la secuencia de imágenes atléticas o las representaciones de atletas en el arte griego antiguo, debería escribirse una historia de este arte considerada sencillamente desde otro punto de vista. Sería suficiente señalar que sólo en la pintura ática de vasos hay 1.571 representaciones de escenas atléticas, sin incluir en ellas las figuras de los atletas vencedores.

En el Museo arqueológico de Delfos se expone la estatua del atleta Hagias, quien fuera un célebre atleta del siglo V a. C., que venció muchas veces en el Pancracio. La estatua homónima, del taller de Lisipo, con el fuerte cuerpo y los brazos flexionados y el rostro cansado representa el credo artístico de los últimos años del siglo IV a. C.

El atletismo griego, que floreció en medio de los venerados santuarios panhelénicos, dará paso a los gladiadores que derramarán su sangre en los anfiteatros romanos. Y el arte los representará sin la belleza del atleta desnudo y sin el amor por el cuerpo juvenil, que había inspirado para crear.