Las posiciones de Alejandro Magno repartidas por tres continentes aportaron cambios radicales en el mundo antiguo. Después de su muerte (323 a. C.), los territorios de su vasto imperio se dividieron en pequeños reinos gobernados por la dinastía de sus sucesores. La ciudad – estado, hasta entonces la estructura política predominante en la antigua Grecia, dejó de existir y los reinos helenísticos se convirtieron en los nuevos centros de la política, ciencia y cultura. Todo emanaba de los monarcas que gobernaban con poder absoluto donado por los dioses, con los que se equiparaban. Aunque la lengua y el arte griego continuaban predominando, la coexistencia  con pueblos que pertenecían a diversas naciones, favoreció la importación de cultos orientales y egipcios, nuevos métodos administrativos y una nueva forma de vida.

Tras la muerte de Alejandro Magno

Tras la muerte de Alejandro Magno, Atenas se encontró bajo dominio de los macedonios y en el vórtice de la lucha entre ellos. En el 322 a. C. El general Antípatro ocupó la ciudad y obligó a aceptar un gobierno oligárquico y simpatizante de los macedonios, mientras en el 317 a. C. Su hijo Casandra nombró a Demetrio de Falero, orador y filósofo ateniense, como gobernador. El régimen fue derrocado el 307/6 a. C. por Demetrio Poliorcetes a quien, al igual que a su padre, Antigono, los atenienses rindieron honores sin precedentes: los adoraban como dioses salvadores, bordaron sus retratos en el velo panatenaico, crearon en su honor dos nuevas tribus, la Antigónida y la Demetriada  y toleraron la irreverencia de Demetrio que se instaló con sus concubinas en el opistodomos del Partenón.

En los años siguientes la ciudad reivindicó muchas veces su independencia y la restauración de su régimen democrático. Aún en los espacios de tiempo en que lo logró, su autonomía era relativa, limitada a los asuntos internos y sostenida por las ayudas de los ricos particulares. El brillo del pasado era de tal magnitud que permitía a la ciudad sobrevivir. Atenas continuó siendo el tradicional centro educativo y cultural Grecia y estudiantes de todo el mundo acudían para seguir las lecciones de los grandes maestros en la Academia de Platón, en el liceo, en el pórtico de Zenón o en los jardines de Epicuro.

Arte y educación 

El arte y la educación fueron la herencia del siglo V a. C. Gracias al resplandor de esta herencia muchos gobernantes de los reinos helenísticos donaron a la ciudad majestuosos edificios y dedicaron en la Acrópolis magníficas esculturas, siguiendo el ejemplo de Alejandro Magno, quien tras su victoria en el rio Gránico el 334 a. C., había regalado a Atenas trescientos escudos persas, algunos de los cuales fueron colocados en el arquitrabe del Partenón.

Desde el siglo II a. C. Atenas entró en la esfera de influencia de Roma la nueva fuerza mundial. (aunque prácticamente sería lo contrario si hablamos de influencia).

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Como recompensa se le concedió Delos (166 a. C.) y las enormes ganancias que rendía el comercio de esclavos de la isla. Estas ganancias fueron a manos de las clases altas que fueron las más fieles partidarias de Roma y que paulatinamente  inactivaron la democracia. Sin embargo a principio del siglo I a. C. Atenas cambió su posición y siguió a Mitrídates rey del Ponto en la guerra contra Roma. Las consecuencias fueron catastróficas: en el 86 a. C. Sila, general romano ocupó la ciudad tras un asedio de meses, mató a gran parte de la población y arrasó muchas zonas. Era el fin formal y definitivo de la democracia ateniense.